Isabella tenía 32 años. Era enfermera, estudiante de periodismo, amiga, militante por los derechos de la diversidad. También era obesa. Pesaba 500 kg y durante años pidió a gritos que el Estado la acompañe para curar su enfermedad. Hace apenas diez días, logró que la internen en el Hospital Provincial. Pero fue tarde e Isabella falleció anoche. Las causas, a pedido de la familia, se mantienen en reserva.
La noticia de la muerte de la joven trascendió rápidamente a través de las redes sociales. Más allá de que desde el Hospital Provincial respetaron la decisión de la familia de reservar la información sobre el fallecimiento, no fue fácil romper esos lazos que Isabella generó a lo largo de su vida. Los muros de Facebook explotaron en llanto y abrazos y miles de formas de escribir el dolor por quien todos consideraron, sobre todo, “una luchadora”.
Isabella fue y vino entre sus tratamientos durante ocho años. Cuatro años de esos, permaneció internada. Sus últimos días, también. La joven estaba siendo atendida en materia psiquiátrica y psicológica; y también, claro está, en el aspecto físico. El miércoles 15 de noviembre fue el traslado al Hospital Provincial. Siempre estuvo acompañada: su familia, sus amigos y amigas, médicos, bomberos y ciudadanos solidarios que se sumaron a que pueda estar internada recibiendo la atención que se merecía. Esa mañana, fue una de las últimas veces que Isabella escribió en su facebook: “Nada es imposible si lo deseamos con el corazón”.
