YA TIENE MÁS DE una semana en portada de Excélsior un reportaje titulado: “Niñas-prostitutas en secundarias, cobran de 20 a 50 pesos, ¿Y DH?” y un sumario: Hallan casos en al menos tres municipios; los encuentros se dan en sus horas de recreo o tiempos libres, esto en Zacatecas.
La reacción de la autoridad fue conformar la “Operación Familia”, y entablar denuncias ante la CEDH.
En Sonora, por supuesto que también ocurre. Y existen lenones juveniles, enganchadores en los rubros de secundaria y preparatoria y en el caso de las universidades –sobre todo la Unison–, la prostitución se da de diferentes maneras, una de ellas es a base de becas, es decir, una persona paga a lo máximo diez mil pesos mensuales por una estudiantes que está a su disposición cuando así lo desee su cliente o clientes.
Esto último, así como el consumo de enervantes de la Unison, fue producto de una tesis de maestría realizado por un reconocido ex líder laboral de dicha institución quien observó la decadencia humana por el consumo del cristal en sus trabajadores –hombres y mujeres por igual-, fuera ya del alcoholismo galopante existente, así como en los estudiantes.
Se maneja como un susurro la existencia de la prostitución femenina en nuestras escuelas desde el nivel de secundaria para arriba. De hecho hay denuncias ante algunos agentes del Ministerio Público al respecto.
Los maestros del Cobach saben que existen páginas de internet inventadas por los chamacos donde sale a relucir lo peor de la comunidad preparatoriana.
Todo se sabe. Incluso, cuando estuvo el profe Héctor Parra de director del Cobach interpuso una denuncia por que unas chamacas, realizando acciones pornográficas mostraban las insignias de la institución y la PGR nunca actuó y de esto ya pasaron más de diez años lo cual demuestra que la autoridad no estaba (ni está) preparados para dar con el origen de los causantes de ese daño.
Incluso, actualmente no creo que exista una reglamentación interna en todas nuestras escuelas que prohíban de manera tajante el uso del “sexting” cuyo término, más que concepto, atribuye a la toma de fotografías o videos de alto contenido pornográfico sobre todo por estudiantes.
Y vaya que han circulado en la red. No veo que le pongan un alto y señalar, insisto en sus reglamentos, que cualquier acción de este tipo sea vista como una grave falta a la institución educativa y por ende, de manera automática quienes practiquen el sexting sean expulsados de inmediato.
Si bien es cierto que en muchas escuelas no permiten el uso de celulares, en la gran mayoría sí. El Cobach –y me refiero a esa institución por ser de las más populares–, tiene en su reglamento un apartado que obliga al estudiante a no utilizar el celular en clases, me imagino que el resto de las preparatorias ocurre algo similar, pero no me consta.
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